Los círculos de fuego se están cerrando.
La danza rota al filo del espejo,
las luciérnagas que chillan cristales en el centro de mis ojos.
Una mariposa me saldrá por la garganta,
se irá con el llanto de la llorona;
seré de nuevo
la muchacha de los jacintos.
En el acantilado
no queda nada más
que un bombín solitario dando vueltas
sobre cadáveres de sombra.
1 comentario:
Percibo un tanto de Pizarnik en este poema, definitivamente. Pero es que ella es especial.
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