domingo, 26 de octubre de 2008

"...con una plataforma inquisitiva de punta..."

El título es una burla a las propagandas políticas de la gobernación del estado Zulia (región donde habito). A casi toda campaña mediática le agregan la frase "con una plataforma tecnológica de punta", así se trate de un comedor, un plan comunitario, una biblioteca o un lavado de perros ("lavamos a su perro con una plataforma tecnológica de punta"). El punto no es ese. Lo que me asombra es que aún en el siglo XXI vivamos una inquisición similar a la del siglo XV, sólo que ahora los instrumentos de exclusión son más sofisticados y no son precisamente de tortura física, sino peor, tortura psicológica.


Hablaba con una amiga homosexual a la cual habían expulsado de la universidad donde estudiaba por el hecho de ser lesbiana; a ella, su novia y a once parejas más les fue negada la educación superior por preferir intimar con su mismo sexo. Dicha universidad (los que viven en Maracaibo saben cual es) ya tenía un historial de discriminación desde hace algunos años. Para entrar, te tienes que vestir de cierta manera. Quítate los piercings. Córtate el pelo. No uses esa franela. No camines de esa manera. Curiosamente, no es una intitución de corte militar, sino una institución privada universitaria cuya población total podría decirse consta de civiles. Políticas de derecho de admisión, como en una tasca o discoteca cualquiera.


Mientras mi amiga me contaba de su expulsión, yo sentía mi indignación y curiosidad aumentando. "¿Por qué no demandas?" le dije. "No, para qué, eso se les regresará" me decía. La vez pasada que me indigné con la misma institución fue hace aproximadamente un año, cuando se realizaba en la ciudad un festival de narración oral. Entre los invitados estaban un cuentero colombiano, uno ecuatoriano y uno español. En dicho festival, los cuenteros iban a, valga la redundancia, a tener presentaciones en diversas instituciones de la ciudad, entre esa universidad.
Entré al auditorio de la universidad y, de repente, me doy cuenta que en el escenario no estaban los cuenteros, sino un pastiche infantil teatral (bastante malo, debo acotar). Para mi sorpresa, me consigo a los cuenteros en la parte de afuera de la universidad y me dijeron, muy indignados, que sólo dejaban pasar al español. El colombiano tenía aretes, el ecuatoriano usaba pelo largo. A ninguno de los dos dejaron entrar, a pesar de haber sido invitados por la universidad. El español se negó a presentarse sin ellos.


Al oír la historia de mi amiga y pensar en lo que había ocurrido hace un año, pensé "¿Qué pasaría si un hombre tiene que tener el pelo largo por razones religiosas?¿Le niegan la educación sólo por ello? Si tienes a una chica de excelentes calificaciones, es amable con sus semejantes y es trabajadora ¿Le niegas la educación porque tenga una novia? Si ahora expulsan por ser un individuo "distinto", no me sorprendería que en los próximos años no dejen inscribirse a negros o a indígenas, en búsqueda de la "raza perfecta" hitleriana, todos iguales, productivos, sonrientes y falsos. ¡Adiós individualidad! Welcome to the machine, como diría una canción de Pink Floyd.


Y, a todas estas, ¿Es legal interrumpir los estudios superiores de alguien por ser distinto? Sé que varios me saldrán con el argumento de la política de admisión, pero los derechos humanos no deben tener política de admisión.


Educamos hacia el odio y la intolerancia al mismo tiempo que pregonamos la libertad y la tecnología, pero ¿de qué sirven las dos últimas si no están al acceso de todos?


"...Porque tenemos una plataforma tecnológica inquisitoria de punta..."

Razonamiento aristotélico

Este es un pequeño dibujo que realicé hace algún tiempo (¿un año, quizás?). Las tortugas a veces me llevan a reflexiones curiosas.