domingo, 18 de marzo de 2012

David y Goliat


Milena, mi sobrina, tiene 5 años de edad. Es una preciosura de niña, les digo. Le gustan los dinosaurios, pintar (como a su tía) y es una cosa inteligentísima. Ella no vive aquí. Ella vive en Australia, junto a mi hermana y su esposo. No la vi nacer, no estuve para sus primeras palabras, no estuve en su primer día de colegio. Nuestro amor ha sido digital en su mayoría, porque para los grandes eventos está Skype. Milena es venezolana, tiene su pasaportico y todo. También es australiana. Y les digo algo, desde el dolor de mi alma: Prefiero que sea australiana. “Coño, no seas tan apátrida, sangre latina” seguro alguno pensará, pero no, no me retracto: Los niños pueden ser niños en Australia. No me gustaría que ella creciera en esta Venezuela manchada, donde nadie protege a nadie, donde todos somos los hijos de nadie, somos números de estadísticas rojas.

En estos días mataron a la hija del cónsul honorario de Chile en la ciudad de donde vengo, Maracaibo. No la mataron los malandros, la mató la misma policía. ¿Qué pasó con ese juego del recreo, “Policías y Ladrones”, donde los policías eran los buenos? No es que cuando era niña la policía no era corrupta –mi niñez en la Venezuela de los 90s no es que estaba tan libre de ver crónica roja-, pero no había tanta sensación de desamparo. Me pongo a pensar en qué pensará alguna tía de esa muchacha, allá en Chile, llorando porque a su pequeña se la mataron. No quiero ni imaginarme cómo estarán sus padres, con ganas de agarrar maletas e irse lejos. Porque no la mataron en Caracas, la ciudad más presuntamente peligrosa de Latinoamérica, no. La mataron en la “provincia”, donde se supone que debería haber un poco más de seguridad. Mi madre estaba asustada cuando me vine a vivir a Caracas, pero en realidad hay que estar asustado de vivir en cualquier parte del tricolor, ahora unicolor.

¿Quedarse a luchar contra Goliat o agarrar la maleta y adoptar una nueva nacionalidad? La gente más brillante del país está agarrando la maleta, sobre todo porque afuera puedes tener cosas tan nimias como poder ver el celular en el transporte público sin riesgo a que te maten.  Goliat parece Medusa, más bien. Es una figura gigante con muchas serpientes en la cabeza. Me cuesta entender que los criminales ahora tengan uniforme, les paguemos con nuestros impuestos y no se puede reclamar nada. Porque si reclamas, eres traidor a la patria. Porque no pensar como Goliat te vuelve contrario al “plan de país”. Díganme, ¿Dentro del plan está el aniquilamiento del pueblo? ¿O es que no está entre los intereses de la nación proteger a sus ciudadanos?

De lo poco que sé, sólo espero que mi sobrina se quede bien lejos, conversemos por Skype y ella me muestre sus dibujos por allí. Porque no soportaría que ella viniese a la nación podrida y no pudiera ser niña con tranquilidad. Prefiero tenerla lejos mientras aquí matamos a Goliat. 

sábado, 31 de diciembre de 2011

Dosmilonce




Coño, 2011, te vas casi sin decirme nada. Te vas sutilmente, eso me gusta. Dosmilonce, te reclamo que me desamparaste muchas veces. Me lanzaste a la mismísima mierda. Me cacheteaste y me dijiste que me levantara, que no fuera tan pendeja, que no fuera tan muchacha bruta. Dejá de llorar, me dijiste, dejá de llorar que eso es pa' los débiles y lo pusiste todo en orden de nuevo. Me enviaste lejos, no tan lejos, pero lo suficientemente lejos para no sentirme en casa. Me lanzaste a la cueva del lobo y me dijiste aprendé, que aquí está lo bueno, y tenías razón. En ese maldito valle está lo bueno, pero no todo lo bueno. En mi pueblo dejo el lago que siempre me llama -somos hijos del lago, los de este gentilicio-, dejo lo importante para cazar otras cosas importantes. Dosmilonce, te llevaste gente. Te llevaste a gente que me importaba, a gente por quien daba la vida. De nuevo, me dijiste que no me preocupara, siempre hay gente nueva y buena y me los pusiste. Esa gente nueva me ha dado sonrisas enormes. Me abriste los ojos a los que siempre estuvieron allí, fieles, y yo los miré y ahora no puedo vivir sin ellos, a pesar de la distancia. Dosmilonce, fuiste arrecho. Fuiste arrecho en todo lo semánticamente posible. Beberé por vos, pensaré en vos y cerraré los ojos.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Resoluciones cumplibles para el 2012



Se supone que en este año que entra se va a acabar el mundo. Se supone que estarás en una celebración, viendo como el reloj marca los últimos minutos del año, bañado en champán o en cerveza -alguna bebida espirituosa, no importa el nivel-, quizás acompañado por tu familia, quizás por amigos, quizás por completos extraños o por tu perro o tu gato, quién sabe. Estarás melancólico por el amor que perdiste el año que muere, la gente que se fue -en Venezuela es tan común esta última-, algún cercano que falleció o que simbólicamente falleció.  Luego de esa celebración cargada de saudade, harás una lista de resoluciones de año nuevo que cumplirás la primera semana y luego dejarás en el olvido, ya que eso de ser mejor persona al ser humano promedio le dura exactamente eso: Una semana, a veces menos. 
En vez de hacer resoluciones incumplibles (No, cariño, no vas a bajar esos 30 Kgs, no te dará el dinero para irte a Buenos Aires como todo el mundo, no vas a ganarte el Kino ni correr un maratón), sugiero unas resoluciones paralelas para aquellos que no creen en las resoluciones de año nuevo:
-Caminar. Sé que el paranóimetro está en sus niveles más altos y prefieres ir a la panadería que te queda a media cuadra en carro, pero no hay nada más desestresante que caminar. Mover las piernas a la acción básica para la que fueron creadas. No tienes que tener una rutina, no tiene que ser en un prado verde. Sólo camina. Muchas de las grandes ideas de este mundo fueron concebidas en una caminata dominical (bueno, al menos, las que no fueron concebidas en el baño).
-Haz algo que nunca harías generalmente, al menos una vez: No necesariamente lanzarte en parapente, tatuarte o teñirte el pelo de morado. Si siempre vas al mismo sitio a tomarte una cerveza, cambia de lugar. Prueba comida picante. Vete un día al mercado chino. Tómate un café en el centro (y hablo de todos los centros de todas las ciudades de este país, tan dejados en el olvido). Explora tu ciudad. Las sorpresas pueden ser bastante agradables.
-No te tomes todo tan en serio. La política, la religión, la música, los libros, la filosofía, los carros, el fútbol. No te tomes nada tan en serio. Te librarás de dolores de cabeza.
-No te preocupes si no tienes un camino claro. Muchos que leerán esto estarán en sus 20s, 30s, o 40s y no saben qué hacer con sus vidas. El año nuevo no te dará respuestas mágicas, pero quizás te acercará a lo que quieres hacer. 
-Viaja, al menos una vez. Puede ser a Higuerote, Caimare Chico o a Suiza. Salir de la ciudad que habitas te hará bien. Todos los cambios de aire hacen bien.

Y por último,
-Ama. Si tu corazón se rompió, volverás a amar. Si tu corazón está bien, ama a quienes tengas alrededor. Ama a tus amigos, ama a tu familia, ama a tus mascotas. Amar es bueno para la salud y evita que te salgan canas.


Las sencilleces son más cumplibles. Si tienes metas, qué bueno. Si no las tienes, qué bueno. Vivan y el 2012 será amable en su gran parte. No te crees peos existenciales, déjaselos a la gente rica.


C'est tout.





jueves, 15 de diciembre de 2011

Yo creo.






       Creo en cosas imposibles y en el olor a las olas. Creo que cada amor que se encuentra tiene una altitud enorme y una inevitable caída hacia la nada. Creo en la música y en la pintura. Alguna vez creí en las montañas, pero después del derrumbe, nada. Creo en un cerro. Creo que toma más de cien años en borrar a algún pasajero del bote. Creo que los dinosaurios viven entre nosotros y que hacen rock and roll. Creo en las pecas en la espalda. Creo en el abrazo incómodo y reconfortante de los sistemas de transporte públicos –odiosa medida con dulce desenlace a veces-. Creo en la visibilidad de las estrellas y que no se puede vivir en un sitio en donde no se vean. Creo en que vos hacéis cosas imposibles y no te has dado cuenta. Creo en los silencios necesarios cada mañana, en el ritual samuráico de la vestimenta antes de laborar. Creo en que todo caos es una manera minúscula de alcanzar la iluminación –Caracas, ilumíname como Buda-. Creo que las oficinas son lugares donde la imaginación vuela aún más lejos de lo que la gente cree, pero se encapsula como robots de maquinaria. No creo en las sonrisas, creo en luz de los ojos. Creo en los arcanos. Creo en que El Mago vendrá a buscar algún día a la Reina de Copas. Creo que todos ustedes son producto de mi imaginación y por eso se llevan tan mal. Creo en los rincones oscuros de esta ciudad hambrienta, allí se hacen los bebés del sol. Creo en la fuente que cambia de colores con el ritmo de la música cuando voy a la terraza de mi cubo. Creo en los colores, desgraciadamente. Creo que los gatos vuelven siempre a morir en su origen, como los elefantes –quizás tienen mejor memoria que los cuadrúpedos grises y gigantes-. Creo que el aburrimiento es sólo un síntoma de la multiplicidad de interacciones que todos hacemos al mismo tiempo y ahora. Creo en los amigos como los terapeutas más eficaces. Creo en los molinos y en los espirales. Creo en que al final, no hay que creer en nada.

martes, 6 de diciembre de 2011

Miss Pechonalidad



"Qué arrecho sería verse así". No saben lo que uno sufre siendo así
(no tan ridículamente hermosa como Christina Hendricks, sólo teniendo los senos grandes).




Por ahí anda rondando un video que hizo la revista colombiana SoHo, llamado "10 Mujeres muestran sus tetas naturales" (Si quieren verlo, está aquí http://www.soho.com.co/mujeres/multimedia/10-mujeres-muestran-tetas-naturales/23071). Obviamente, es una campaña para aceptar la belleza natural de unos senos sin operación, eso está muy bien. Pero nadie, absolutamente nadie, se ha puesto en el lugar de un tercer grupo:  Ni son operadas ni tienen los senos pequeños, son las terceras: Las que tienen senos grandes por naturaleza, vulgarmente conocidas como "Tetonas". -"Oye, ¡Pero eso debe ser finísimo, yo pagué 10 palos por éstas *Se estruja las lolas*!" dirán las operadas. -"Qué asco, yo jamás quisiera tenerlas así de grandes, parecen de vaca" dicen las siempre auto-victimizadas mujeres de senos pequeños. Yo soy del grupo del medio. Somos víctimas del bullying, especialmente, de todas esas muchachas que dicen ser bullied por no tener senos. 

"Ay, pero le debe gustar a los hombres", también dirán. Es mentira, los hombres las prefieren del grupo Silicón o del grupo Limón. 

Comprar ropa es difícil. Muchas veces hay que comprar una talla más, pareciendo más pesadas de lo que realmente somos o, si compramos una talla chica, estamos condenadas a parecer pornstars aunque no hagamos nada. Comprar ropa interior en un país donde el promedio es la talla 34-B es toda una odisea, podría decir que casi similar a sacarse una carpeta CADIVI. Antes de La Senza, todos mis sostenes eran importados, porque simplemente no conseguía. No sólo eso, sino que para poder tener ropa interior, hay que bajarse de la mula con casi 400 BsF sólo por un sostén. A veces digo que mis lolas son sifrinas, porque ni de vaina puedo ponerme un bra de El Palacio del Blumer. Ni les cuento del martirio que es comprar trajes de baño.

Para hacer deportes es una tortura. Cuando practicaba Kung Fu (ejercicio fuerte) tenía que ponerme 2 (léase dos) pares de sostenes deportivos para que no me molestara el trote o los saltos. Claro, tampoco contemos los dolores de espalda, ya que tu espalda anda conteniendo kilos de peso todo el día. 
¿Andar sin sostenes? Inconcebible. Sólo para dormir y si acaso. No puedo usar blusas strapless. No las puedo tapar con una sola mano. 

¿Debería operarme? Sí. ¿Lo haré pronto? No lo sé. Lo que sé es que mientras tanto tengo que aceptar que existen, están allí y que no puedo hacer nada por el momento para cambiarlo. Pero sí les digo algo: A mí sí me saca la piedra los dos extremos de la balanza, porque yo, en el medio, allí sin ser ni una cosa ni la otra, ando en silencio como muchas otras, buscando la época de rebajas en La Senza y tratando de olvidarse de la cruz redonda que se carga a cuesta.


Así que cállense con su orgullo de senos planos o de exhibicionismo porno de senos operados. 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Jirafa


Entre un sonido y otro
viene una jirafa
cae solita
ligera
en una nube.
La arropo,
en ella está el principio del mundo
y el final de mis ojos.

lunes, 22 de agosto de 2011

All you need is love

  


 Las concepciones del matrimonio, como todos sabemos, han cambiado con los años. En la época de nuestros padres o abuelos, lo más natural era casarse prácticamente al dejar las franelas de bachillerato firmadas e intercambiarlas por una vida universitaria mezclada con vida doméstica o, a veces, ni vida universitaria. Con el paso de los años, esos baby-boomers (porque no sé si en Latinoamérica podemos hablar de baby-boomers si no hubo guerra peleada) tuvieron hijos, sobrinos y demases que empezaron a aplazar muchas de esas cosas que se suponen que eran de los veintes: Hijos, familia, trabajo. Nuestros padres (no todos, hablo de clase media) nos han regalado una adolescencia extendida. Por eso, oír que alguien se casa y es menor de 27, algunos pensamos varias cosas: 1) Está preñada, 2) Se van al extranjero 3) Está preñada. Obviamente, nos inclinamos por la primera y la tercera. Casarse como deseo de vida para estar con el otro y compartir todo es una cosa impensable para nuestra extensa pubertad individualista. Lo admito, yo soy una de esas personas que se queda con mirada absurda cuando oigo a alguien de mi edad que dice voluntariamente "Me voy a casar" -tanto así que lo primero que pienso es "tremendo/a pendejo/a ¿Por qué no se espera?-. Se jodieron los finales de Disney o telenovela con matrimonio al final, somos la generación del desencanto.
     Tengo unos amigos, muy queridos, que se casaron hace poco. A decir verdad, es la primera celebración matrimonial no-familiar a la que asisto: De hecho, le tengo afecto ganado a esta gente y no un afecto obligatorio por compartir la piscina genética.  Ella tiene 22 (se lee veintidós) y él 26 (se lee veintiséis). Ambos estudiaron conmigo en la universidad. Son jóvenes, bastante jóvenes. ¿Tenían casa fija, trabajos estables para casarse? No realmente. La locura ante el ojo de cualquiera de nuestra generación incrédula. ¿Ella estaba embarazada? No, tampoco. Se casaron por amor. Amor sencillo, amor de ese que sólo basta y sobra, es bonito y no es edulcorado con químicos artificiales. Parejas como pocas que emanan, como diría el iluminado mexicano ebrio, FUÁ. El fuá en el amor es una cosa que está oculta y que algunos tienen la piel para poder sentirla -digo algunos, porque todos podemos tener fuá, pero somos demasiado tontos para darnos cuenta-. 
"¿Estás nervioso? ¿No sientes ganas de huir?" le decían a él. "No, si esto es lo que quiero" decía él. Tan determinado y feliz como no he visto a nadie. Él la completa y ella lo completa y eso es suficiente. Debajo de todos los clichés y chistes y cosas terribles del matrimonio, ellos estaban, literalmente, en el día más feliz de sus vidas y pude verlo. Varios días después, los visité. Cuidaban de los perritos bebés de la perra de ella (el animal, no es que ella sea una perra). Me contaron de los esfuerzos, de las cosas que estaban haciendo para reparar el cuarto donde viven, que si el aire acondicionado, que poco a poco y mientras vamos yendo vamos viendo. Esa pequeña familia era amor puro. "¿Qué tal la vida de casados?" les pregunté. Se miraron, sonrieron y me contaron que bastante similar a cuando eran novios (venían de una relación larguísima de 5 años). Lo que vi hizo que mis grandes ojos, heridos e incrédulos, volviera a creer en que sólo se necesita amor y que lo demás viene por su cuenta. Mis ojos escépticos, agotados e hinchados, se volvieron creyentes del All you need is love de The Beatles. Quizás, después de todo, sí es así. 



martes, 26 de julio de 2011

Cre-do

Mi credo no tiene santos

Ni Chaplins o salmos responsoriales.

Es más, no sé si es un credo

                        [los credos sólo son de los que creen en algo y yo, cariño, no creo en nada]

Pero doy prueba de fe

Ciega

del brillo de ojos más tibio de todos los brillos de ojos tibios que he visto

desde el miércoles a las once y media del ochenta y ocho

-una mañana que devoraba tejas-

hasta el roi soleil de hoy

-un día cualquiera del pato círculo y once-

perteneciente

al man escondido detrás de la caperuza metálica.



lunes, 25 de julio de 2011

...Es que tengo que matar a Bowser

      
       Esta es una de esas noches en que te insulto mientras leo algún libro olvidado de poesía y pienso que todo lo que pasa pasa por algo pero es que no me dijeron que esto iba a ser así, no, las cosas se suponen que no deben marchar así, y allí estaba yo de diecisiete años y vos de dieciocho rondando la feria de mi colegio de monjas y yo tenía un bolso de Jack y te gusté y tú no me gustabas porque las pelirrojas, oh las malditas pelirrojas y yo tan morena, yo tan enrulada, yo tan venezolanamente y jodidamente bajita, y me caías mal porque oías punk barato y yo me creía la gran cosa por oír punk clásico, y anarquía, señores, anarquía de la fugaz adolescencia. Me empaté, te empataste, te hiciste mi amigo, te desempataste, te fijaste en una arpía, una Naoko, porque a ustedes les encantan las Naokos mientras las Midoris nos quedamos esperando a que se les termine de pasar el comején con un plato de té caliente y me rompieron el corazón y te rompieron el corazón, pero mi corazón no tenía reparo y viniste, de terco viniste y saltaste, te me adelantaste y nos besamos y fuimos a tu casa y cantamos La Vie en Rose, y esa era nuestra canción, ¿te acordáis? La vida en rosa mientras soñábamos con Francia y yo linda y joven y vos guapo y joven, y nos escondíamos de todos, y nos amábamos al mediodía, ¿te acordáis? Me quedé dormida en tu pecho en el suelo caliente y sucio de la plazoleta y supe que estaba en casa mientras los gatos nos miraban. Es que no tenéis reparo, ni yo tengo reparo. Es que formamos grupos y los deshicimos, creamos estrellas y habitamos en ellas. Nos fuimos a dos mil seiscientos metros más cerca de ellas, porque sabías que me gustaban las estrellas, sabías que yo quería tocarlas y pasar frío mientras pensábamos en una sala con un colchón solitario y nuestro amor dando tumbos y vueltas y calentándose como el regazo de un pichón que cargáis con ambas manos. Vos sabéis que pienso mucho, yo sé que pensáis mucho, yo sé que esto es como cazar a Bowser y sí, menciono a Bowser porque es grandote y fuertote y hay que intentar matarlo muchas veces, pero es que tus paredes son altas y Naoko, siempre Naoko. Pero yo creo en que la vie será en rose y me atreveré y cuando ya no me tengas miedo te atreverás y game over no será tan over y vení a darte un beso, vení a darte el beso más largo como este párrafo que escribí sin respirar porque no puedo respirar mientras siga aquí sin puntos, sin comas, sin vos.





miércoles, 29 de junio de 2011

Pajarera II

Tu caja guarda cuarenta mil pájaros
Soy uno entre tantos
alados, tontuelos, extraños 
pájaros.
Uno compartiendo piso y ramas.

Cada pájaro tiene su memoria nublada.

Los otros miles guardan tus holas,
yo deposito sólo tus adioses.
Esta caja es un agujero negro
Es un pasaporte al vacío
Es nada.
Este pájaro planea en nada.