Mi credo no tiene santos
Ni Chaplins o salmos responsoriales.
Es más, no sé si es un credo
[los credos sólo son de los que creen en algo y yo, cariño, no creo en nada]
Pero doy prueba de fe
Ciega
del brillo de ojos más tibio de todos los brillos de ojos tibios que he visto
desde el miércoles a las once y media del ochenta y ocho
-una mañana que devoraba tejas-
hasta el roi soleil de hoy
-un día cualquiera del pato círculo y once-
perteneciente
al man escondido detrás de la caperuza metálica.