sábado, 31 de diciembre de 2011

Dosmilonce




Coño, 2011, te vas casi sin decirme nada. Te vas sutilmente, eso me gusta. Dosmilonce, te reclamo que me desamparaste muchas veces. Me lanzaste a la mismísima mierda. Me cacheteaste y me dijiste que me levantara, que no fuera tan pendeja, que no fuera tan muchacha bruta. Dejá de llorar, me dijiste, dejá de llorar que eso es pa' los débiles y lo pusiste todo en orden de nuevo. Me enviaste lejos, no tan lejos, pero lo suficientemente lejos para no sentirme en casa. Me lanzaste a la cueva del lobo y me dijiste aprendé, que aquí está lo bueno, y tenías razón. En ese maldito valle está lo bueno, pero no todo lo bueno. En mi pueblo dejo el lago que siempre me llama -somos hijos del lago, los de este gentilicio-, dejo lo importante para cazar otras cosas importantes. Dosmilonce, te llevaste gente. Te llevaste a gente que me importaba, a gente por quien daba la vida. De nuevo, me dijiste que no me preocupara, siempre hay gente nueva y buena y me los pusiste. Esa gente nueva me ha dado sonrisas enormes. Me abriste los ojos a los que siempre estuvieron allí, fieles, y yo los miré y ahora no puedo vivir sin ellos, a pesar de la distancia. Dosmilonce, fuiste arrecho. Fuiste arrecho en todo lo semánticamente posible. Beberé por vos, pensaré en vos y cerraré los ojos.

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